#MisNotasDomingueras.- La efemérides de hoy me trae dos datos en perfecta armonía de ese SincroDestino que tanto pregono. Justo chateaba de ambos temas Grandes Hombres y la tecnología para su difusión. En1769 – Nace el emperador francés y estadista Napoleón Bonaparte, considerado el militar más brillante de todos los tiempos. En 1932 – Empieza a funcionar la emisora de televisión CBS. Me llegan los dos ligaditos para mis propósitos.
En
una maraña mundial de agitación sin precedentes, conectividad instantánea,
interdependencia cada vez mayor y problemas transculturales que demandan cada
vez más políticas transnacionales, es tiempo de que el liderazgo político
muestre más creatividad y busque la legitimidad de fuentes más constructivas
que de la exclusión continúa de los otros.
Las
circunstancias difíciles suelen dar origen a cambios de paradigma, a marcos de
referencia totalmente nuevos, a través de los cuales la gente ve el mundo, se
ve a sí misma y ve a los otros y lo que la vida le pide. Cierto es que la
cultura puede ser compleja de advertir y evaluar, ya que incluye no solo las
conductas visibles, sino también las reglas, las ideas, las normas y las
creencias inconscientes no expresadas. Afortunadamente, todavía se puede
abordar de manera efectiva con los enfoques correctos.
Nuestra
naturaleza básica consiste en actuar, no en que se actúe por nosotros. Esto nos
permite elegir nuestras respuestas a circunstancias particulares y, además, nos
da poder para crear las propias circunstancias. Tomar la iniciativa significa
reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.
Un
enfoque proactivo consistiría en cambiar de dentro hacia fuera. El enfoque
proactivo propone ser distinto, y de esta manera provocar un cambio
positivo en lo que está fuera: puedo ser más ingenioso, más
diligente, más creativo, más cooperativo.
El
paradigma de la «cultura estratégica» fue acuñado por Jack Snyder de 1977, como
la «suma total de ideales, respuestas emocionales condicionales y patrones de
comportamiento habitual que los miembros de la comunidad estratégica nacional
han adquirido a través de la instrucción o imitación y se comparten entre sí
con respecto a la estrategia». La cultura estratégica se definió así como
una particular visión de seguridad y de acción militar, que se hizo influyente
para los responsables políticos. La resistencia de tales modos de pensamiento
yo los califico como manifestaciones de una «cultura», en lugar de mera
política.
En
el mundo de hoy, los juegos de suma cero deben dar paso a
un paradigma de seguridad de múltiples sumas, que en mi real saber y
entender, abarca las cinco dimensiones de la seguridad global: seguridad
nacional, transnacional, humana, ambiental y transcultural. Además, la
búsqueda de soluciones beneficiosas para todos y de la justicia (tanto a nivel
nacional como internacional) no solo es deseable sino que también sirve cada
vez más a intereses estatales realistas. En eso que llamamos la paz del mundo.
Y el devenir de la prosperidad universal. Las culturas estratégicas son, por lo
tanto, nociones dinámicas y en constante evolución y comprensión de la historia
y el lugar de un país en el mundo, a menudo negociadas y reevaluadas entre
generaciones. Sin embargo, a pesar de tales fluctuaciones, es difícil
refutar que los países mantengan algunas visiones persistentes y recurrentes de
su función de seguridad y geopolítica, que trascienden los partidos políticos y
los ciclos electorales. La importancia de la cultura estratégica no puede
pasarse por alto a pesar del hecho de que las actividades pragmáticas y otros
cálculos estratégicos a menudo parecen estar dictados únicamente por lógicos
intereses inmediatos.
Cada
vez más, a medida que los intereses, económico y de seguridad, dependen de las
formas internacionales y transnacionales de cooperación, los estados deben
reconciliar sus narraciones históricas con las realidades de nuestros
tiempos. El pragmatismo debe acomodarse dentro de marcos
competitivos. Las incompatibilidades ideológicas, la desconfianza y las
divisiones históricas pueden permanecer entre los estados, pero la competencia
debe resolverse con una fórmula de realismo simbiótico que a menudo
desafían al propio Estado.
En
política, el pragmatismo es una forma actuar, conducirse o tomar
decisiones según la cual el único criterio válido para juzgar la validez o
verdad de cualquier acción es considerar sus efectos prácticos. En este
sentido, para el pragmatismo político lo cierto es lo funcional. De allí que
prescinda de ideologías definitivas y dogmatismos, y opte por hacer aquello que
parece más conveniente de acuerdo a las circunstancias.
Si
como pragmatismo se denomina el tipo de actitud y pensamiento
según el cual las cosas solamente tienen un valor en función de su utilidad.
Entonces entendemos que el pragmatismo modera lo verdadero a lo útil y
considera que la verdad del conocimiento se encuentra precisamente en aquello
que tiene un valor práctico para la vida. Como tal, el pragmatismo es también
aplicable a la economía, la educación y el derecho.
Yo
diría que incluso en nuestro ejercicio diario de transito de vida. Las personas
pragmáticas se caracterizan por aprovechar cada oportunidad con la finalidad de
obtener un fin útil, o un beneficio propio. Circunstancias de la vida que
exigen que la gente sea hábil, práctica y eficiente para lograr los objetivos
definidos.
De
este modo, el pragmatismo desecha la existencia de verdades absolutas e
inobjetables. Al contrario, considera que las ideas
son provisionales y están siempre sujetas al cambio, pues entiende que una
investigación futura podría modificarlas.
Y recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es mejor!
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