En las adversidades sale a la luz la virtud.- Aristóteles
Hoy
voy con una nota que tenia tiempo queriendo escribir. Para lo cual, me es menester definir ambos conceptos.
Tomaremos definiciones universalmente reconocidas.
MÉRITO. Derecho a recibir reconocimiento por algo que uno ha hecho. Acción o conducta que hace a una persona digna de premio o alabanza. Los sinónimos de mérito son virtud, decoro, cualidad, justicia, valor, aprecio, valía, entre otros. En cuanto a su origen etimológico, el término mérito es de origen latín meritum que significa “merecido”. El concepto de mérito es un concepto abstracto que tiene que ver con los valores y las capacidades que una persona puede llegar a desarrollar en pos de una actividad o como un logro específico. El mérito es aquello que hace que deba ser reconocido el esfuerzo, el trabajo, el compromiso, o diferentes acciones que ameriten justamente que una persona sea tratada de tal o cual manera. La frase “por méritos propios” es el mayor elogio que puede hacerse de una persona, en reconocimiento a sus méritos en cualquier campo de la actividad humana. El mérito es esencialmente una cualidad personal.
CIUDADANO. Ser ciudadano significa participar activamente
en la vida social, política y económica de tu comunidad y de la sociedad.
Como ciudadano puedes y debes informarte sobre
lo que sucede a tu alrededor para aportar ideas, promover y apoyar
cambios, mejoras y expresar tus opiniones con libertad y respeto. La formación
ciudadana es un proceso que forma parte de la socialización de los individuos
cuyo propósito es la educación en valores sociales, como la responsabilidad y
la participación, que cooperen en el desarrollo de comportamientos fraternos,
basados en una identificación plena con la comunidad y el respeto a la
convivencia.
En el ejercicio de hoy me propongo desmonta la palabreja meritocracia.
El
término en sí es intuitivo y cautivador. ¿Quién podría oponerse a un mundo
en el que todos tengan total igualdad de oportunidades y las diferencias en los
resultados estén determinadas por algunos que tienen características más
virtuosas o mejores talentos que otros? ¿Quién se atrevería a cuestionar
los beneficios de una sociedad en la que se eliminan las ventajas “inmerecidas”
que no están vinculadas a nuestra acción como individuos? Puede que sea
simplemente una palabra de moda, pero debemos deshacernos del objetivo
arrogante de una sociedad meritocrática y simplemente buscar ampliar las
oportunidades para todos. En cambio, deberíamos simplemente reconocer que
nuestra difícil situación está determinada por una gran cantidad de factores
diferentes, que incluyen, entre otros, nuestra educación, habilidades
aprendidas, rasgos genéticos y circunstancias o suerte. En un momento dado,
algunos de nosotros lo estamos haciendo bien y otros no tan bien. Claramente,
esta visión es utópica, o tal vez incluso distópica, una experiencia
deshumanizante. Los liberales deberíamos oponernos a la idea de una
meritocracia. Porque a diferencia de una economía de mercado donde cuánto
ganamos está determinado por la interacción de la oferta y la demanda, una
meritocracia requiere que alguien haga juicios de valor sobre qué resultados
reflejan la iniciativa individual y qué oportunidades son "justas" o
"injustas". En este caso, convierte al propio gobierno en el árbitro principal
de si un resultado es justo y refleja la aplicación justa de nuestros talentos
y ética de trabajo. Esto potencialmente abre la interferencia del gobierno en
todos los campos de la interacción humana. Peligroso por lo demás.
Me
atrevo a resaltar que el uso adecuado es Mérito Ciudadano.
El Mérito Ciudadano es una idea, una orientación institucional, más que una política particular, acción, o conjunto de acciones. Es más una filosofía rectora y, por lo tanto, aunque podemos juzgar políticas y prácticas particulares como más o menos consistentes con la noción de mérito democrático. El Mérito Ciudadano no es un conjunto de pautas formuladas, programas o políticas, más bien, es un marco integral desde el cual evaluar todo lo que sucede dentro de las paredes de cualquier organización o comunidad. La misión es prepararse para prosperar en un entorno diverso y diversificado. Todas las acciones están alineadas con el fin de cumplir con las metas que se han establecido en la declaración de misión a la cual te suscribes, y funcionan deliberadamente para construir e institucionalizar un sistema sostenible, uno que no dependa de cualquier persona para defender y mantener. De hecho, es identificar correctamente a aquellos individuos que finalmente cumplirán la misión con virtud, decoro, cualidad, justicia, valor, aprecio, valía, entre otros. Significa participar activamente en la vida social, política y económica de tu organización, comunidad y de la sociedad como un todo.
Y
recuerda… Ciudadano en Acción. ¡Juntos es mejor!
Raúl Amiel
raulamiel@gmail.com
@raulamiel
Original: MIS NOTAS FB.- DOMINGO 6 DE SEPTIEMBRE 2020
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